¡Buenos días!
Ayer estuve toda la mañana llorando. Algo hizo “click” en un lugar donde hacía tiempo tenía que descargar tensión. Dar espacio a la expresión de dolor. Desbloquear.
¿Os ha pasado que sentís que tenéis que seguir llorando, aprovechando una emoción repentina por una menudencia? A mí, sí. Mucho.
De hecho, me sienta de maravilla dejar salir el llanto, hundirme, caer. Lo descubrí hace unos años y cuando ocurre me siento desgraciada y agradecida de poder sacar mis vulnerabilidades a relucir. Mi voz interna me recuerda “la musa eres tu, pero ¡las musas también lloran!”. Y lloro. Mucho.
Cuando estoy en el huracán de emociones intento buscar maneras de explicar a mi entorno que necesito expresar lo que me molesta y tomar mis decisiones de manera libre. Soy dueña de mis actos y eso me empodera de algún modo.
¿Podré realmente vivir de la Ilustración pedagógica? Realmente quiero enfocarme en ello y no ser pasto de la cultura del sobreesfuerzo y del agotamiento por pantalla. Mi misión de vida está donde haya espacio para crear dibujos, pinturas, bailes y cantos. Donde pueda celebrar la grandeza de inspirar y que el mundo me inspire.
Me doy cuenta de la importancia de comprometerme con mi creatividad rebosante y múltiple, como medio para mi propio crecimiento y los que quieran crecer conmigo.
Musa eres y en musa te convertirás, una y otra vez.
SACEMA ilustradora
Esta mañana tuve muchas ganas de dibujar algo sencillo y sagrado. Comparto con este dibujo el inicio de mi cotidianidad. Una serie de bostezos acompañados con estiramientos desordenadamente cordinados. La espontaneidad me inspira soberanamente. Me enamora. Gracias a ella me reconecto conmigo y me abre camino a seguir regalándome experiencias que de autocuidado e inspiración.
¿Os habéis estirado bien hoy?